Su sueño, entonces se había hecho eterno
Había una vez, al otro lado del mar, en una tierra sin nombre y sin futuro, un pequeño soñador que siempre veía sus sueños realizarse.

Cada cosa que soñaba al día siguiente se cumplía; fuera bueno o malo, lindo o feo, dulce o áspero, deseado o no. Todo se cumplía al detalle. Era como un visionario.

Pero un día tuvo un sueño muy desagradable. Soñó que dejaba de soñar; y entonces presintió su fracaso.

Luchó por no despertarse para que su sueño no se hiciera realidad. Buscó mil maneras para no abrir sus ojos. Inventó personajes en su sueño; entabló pláticas con ellos; fijó citas, interminables citas; llenó una enorme agenda.

Y así pasó muchos días, largos años sumergido en un profundo sueño. Su sueño, entonces se había hecho eterno. Nunca lo vio realizarse, pues nunca más despertó.